Lecturas 4 de junio, Jesucristo Sumo y Eterno Sacerdote
En general nos cuesta permanecer al lado del que sufre. Nuestra sociedad a través de sus medios informativos, nos pasan continuamente de una noticia a otra, de un sufrimiento a otro a toda velocidad, no sea que se pierda el ritmo y el espectáculo decaiga. Pero a nivel personal, también nos cuesta permanecer junto al vulnerable, porque tenemos prisa, porque tenemos trabajo, porque…
Hoy en esta fiesta de Jesucristo Sacerdote nos encontramos con un Jesús muy poco litúrgico. Un Jesús que está en plena agonía personal y que necesita orar para afrontar lo que le queda de pasión. Se nos presenta a un hombre que ora ante Dios en un profundo momento de vulnerabilidad.
Una de las invitaciones que hoy encontramos es a la de acompañar la soledad. Jesús se siente sólo, sólo de Dios pero también sólo de sus amigos. Jesús necesita sentir la compañía y presencia de Dios, pero también la de sus amigos, que como muchos de nosotros estamos adormilados ante la realidad que toca y nos toca vivir. Despertemos de nuestros letargos y acompañemos al que necesita de nosotros, porque en algún modo ese fue el sacerdocio de Jesús.