Lecturas 26 de noviembre. Sábado. Semana XXXIV tiempo ordinario
En esta sociedad de apariencias necesitamos estar atentos para distinguir lo que es verdad de lo que es apariencia, incluso en nuestra propia vida. Se trata de ser capaces de discernir los signos personales y los signos de los tiempos.
Hoy la liturgia termina con el tiempo ordinario, que equivale al fin del mundo. El problema es que ese fin no es un acto espectacular, sino que es una frontera muy fina que se va moviendo y que es difícil de descubrir. En ella está el Reino de Dios.
En pleno contexto de black friday, nos distraemos de la agenda que se pone por intereses comerciales y de otro tipo. Igual hoy puede ser un día para repasar mi propia agenda, ¿qué he de hacer en favor del Reino? Y para ello conviene estar despiertos.