10 de marzo Domingo IV de Cuaresma
En un mundo donde la desesperanza y la polarización parecen más prevalentes, nos quedamos a veces sin saber a dónde mirar. Al comparar la elevación de Jesús con la serpiente en el desierto, se nos recuerda que la fe puede ser una luz en medio de nuestro tiempò en crisis.
Esa luz no es otra que la de Jesús, que es quien nos recuerda todo lo que Dios nos ama. En Jesús comprendemos el infinito amor de Dios que se da a sí mismo por cada una y por cada uno de nosotros.
La metáfora de la luz y las tinieblas nos insta a reflexionar sobre nuestras acciones y decisiones. Elegir la luz, nos anima a vivir de manera que reflejemos la bondad y la verdad en un mundo que a menudo se siente dominado por la negatividad y el pesimismo. Feliz domingo.