29 de octubre. Martes de la XXX semana del tiempo ordinario
En nuestro mundo actual, donde se valora lo inmediato y lo espectacular, se nos olvida que los verdaderos cambios son frutos de silenciosos procesos graduales de transformación. Es por eso que demasiadas veces no tenemos la paciencia necesaria que pide la vida misma.
El evanelista nos presenta una parábola de Jesñus donde tanto la semilla como la levadura necesitan tiempo para desarrollar su potencial. El Reino de Dios también se desarrolla gradualmente, en silencio y con tiempo en nuestras vidas y en el mundo.
¿Cómo podemos ser esa pequeña semilla o esa levadura que transform a nuestro entorno? A veces nos sentimos insignificantes ante los grandes desafíos del mundo, pero estas parábolas nos recuerdan que Dios puede usar lo pequeño para lograr grandes propósitos.