10 de noviembre. Domingo de la XXXII semana del tiempo ordinario
En nuestra sociedad actual, las redes sociales se han convertido en el escenario perfecto para mostrar nuestra generosidad y buenas acciones, buscando likes y reconocimiento público. Esta exhibición constante de un tipo de bondad nos recuerda peligrosamente a aquellos escribas que Jesús criticaba en el templo.
El mensaje de este evangelio es claro y directo: la verdadera generosidad no se mide por la cantidad que damos, sino por lo que nos cuesta dar. La viuda que entrega sus dos monedas nos enseña que el valor de nuestras acciones reside en la autenticidad y el amor con que las realizamos.
Hoy podríamos examinar nuestras motivaciones al ayudar a otros: ¿lo hacemos por ser vistos
o por amor genuino? Se trata de ir a la autenticidad de la generosidad que no necesito publicarlo ni compartirlo en redes sociales, experimentando la alegría de dar sin esperar nada a cambio. Feliz domingo.