12 de julio, domingo de la XV semana del tiempo ordinario
Vivimos tiempos en los que abundan los miedos: al otro, al futuro, a perder lo que tenemos. A menudo, nuestra reacción ante el sufrimiento ajeno es la indiferencia disfrazada de prudencia, y acabamos cruzando la acera sin mirar atrás. El miedo nos encierra en nosotros mismos y nos vuelve cómplices de un daño que no hemos causado, pero tampoco evitado.
Jesús, en la parábola del buen samaritano, contrapone dos actitudes vitales: la de quienes roban o esquivan y la de quien se detiene a cuidar. No se trata solo de evitar el mal, sino de atreverse a hacer el bien. El Reino se juega en ese gesto sencillo y valiente de acercarse y vendar heridas sin esperar nada a cambio.
Optemos por el cuidado frente al miedo, por la compasión frente a la huida. Tratemos de detenernos ante quien está herido en nuestros caminos. Se trata de saber que el otro también es parte de nuestra vida, aunque incomode o duela. Feliz domingo.
