11 de agosto, lunes, XIX del tiempo ordinario
Vivimos rodeados de exigencias, normas y expectativas que el mundo nos impone: pagar impuestos, cumplir procedimientos, adaptarnos a costumbres sociales. A veces estas demandas parecen chocar con nuestros valores más profundos. Y entonces surge la pregunta sobre cómo vivir fielmente sin romper con todo lo que nos rodea.
En el Evangelio, Jesús muestra que la fidelidad no siempre significa enfrentarse de manera frontal. Él distingue lo esencial de lo accesorio: mantiene su identidad y misión, pero cede en lo secundario para no cerrar puertas ni alimentar conflictos inútiles. Así nos enseña que el Evangelio se vive en tensión, sin aislarse ni diluirse.
Esa tensión es también la nuestra: convivir con lo que el mundo pide sin perder la esencia de lo que nos define. Podemos aprender a movernos con lucidez y valentía, discerniendo cuándo ceder y cuándo resistir, para que cada paso sea fiel a lo que creemos y útil para el bien de todos. Feliz lunes.
