17 de agosto, domingo de la XX semana del tiempo ordinario
Vivimos tiempos de contrastes intensos: incendios climáticos que arrasan bosques, pero también hay llamas de solidaridad que iluminan nuestras sociedades. La realidad nos muestra que un fuego puede destruir, pero también encender esperanza.
El Evangelio nos recuerda que hay un fuego que no devora sino que transforma. Jesús habla de una llama que provoca decisiones y no deja a nadie indiferente. Como decía san Alberto Hurtado: “un fuego que enciende otros fuegos”, es decir, una pasión vital que contagia y despierta compromisos, aun cuando ello implique tensiones y divisiones.
Podemos dejarnos consumir por llamas de egoísmo o encender otros fuegos de vida, justicia y fraternidad. El reto es que no falte nuestra chispa, y que juntos sepamos mantener ardiendo la llama que ilumina los tiempos oscuros. Feliz domingo.
