21 de agosto, jueves de la XX semana del tiempo ordinario
Entre compromisos laborales, responsabilidades familiares y el ruido constante de la actualidad, olvidamos detenernos ante lo que puede nutrirnos de verdad. El exceso de opciones, lejos de liberarnos, a veces nos deja vacíos y atados.
El relato nos habla de un banquete abierto a todos, pero también de la necesidad de acudir preparados. No basta con aceptar la invitación; también es preciso asumir una disposición interior que nos permita celebrar y compartir.
¿Qué hacemos con las invitaciones que la vida nos presenta? Nos conviene aprender a reconocer lo esencial, dejar atrás las excusas y acudir con un espíritu disponible. Al hacerlo, descubriremos que la verdadera fiesta comienza cuando sabemos que somos parte de una mesa común. Feliz jueves.
