30 de agosto, sábado de la XXI semana del tiempo ordinario
Vivimos en épocas donde el rendimiento y la eficiencia marcan nuestro valor, y a menudo olvidamos que lo esencial empieza con lo pequeño de cada día. En la vida diaria, la paciencia, el cuidado y la constancia pueden marcar grandes diferencias.
La parábola del hombre que entrega talentos nos recuerda que todos tenemos dones o tareas que atender fielmente, según nuestras capacidades. No se trata de compararnos, sino de multiplicar lo que se nos ha confiado con honestidad y generosidad.
Tratemos de cultivar cada día aquello que se nos ha confiado, con ganas y con honestidad. Asumamos nuestras responsabilidades con empeño consciente y constante, sin buscar atajos ni excusas. Feliz sábado.
