3 de octubre, viernes de la XXVI semana del tiempo ordinario
Vivimos rodeados de avisos: notificaciones en el móvil, alertas de tráfico, informes que señalan riesgos y oportunidades. Sin embargo, a fuerza de ruido, aprendemos a pasar de largo, como si nada nos interpelara. Cuando las señales se vuelven paisaje, la inercia convierte el presente en un hábito ciego.
El Evangelio retrata a ciudades que vieron signos y no cambiaron. Quien escucha a los enviados acoge la verdad; quien los rechaza, se cierra y cae en su propio abismo. Es la invitación a cambiar lo que ahora no nos da vida.
Abramos los oídos a las señales que nos llaman hoy; la voz de los pequeños, los datos que duelen, los gestos que despiertan. Intentemos revisar el rumbo compartido con humildad, dejando atrás la comodidad que anestesia. Feliz viernes.
