4 de octubre, sábado de la XXVI semana del tiempo ordinario. San Francisco de Asís
En un mundo que mide el valor por el éxito y la influencia, corremos el riesgo de perder la alegría sencilla de quien vive con poco y agradece mucho. Todo se vuelve ruido, competencia y acumulación, mientras el corazón anhela serenidad y sentido.
El Evangelio muestra a los discípulos regresando eufóricos por lo logrado. Jesús les recuerda que la verdadera alegría no está en los resultados, sino en saberse amados y escritos en el corazón de Dios. Esa es la alegría de Francisco de Asís: despojarse de todo para reconocer que lo esencial ya estaba dentro.
Sigamos el ejemplo de Francisco, que halló riqueza en la pobreza y gozo en la fraternidad. Aprendamos a vivir ligeros de equipaje, atentos a la belleza que nos rodea. Es una invitación a vivir con gratitud, alegría humilde y corazón abierto a toda criatura. Feliz sábado.
