5 de octubre, domingo de la XXVII semana del tiempo ordinario.
Vivimos en una sociedad que ha aprendido a caminar sin recurrir a lo divino. La ciencia, la técnica y la razón ocupan el espacio que antes llenaba la fe, y aunque hemos ganado autonomía, también nos sentimos más frágiles ante lo incierto. Falta un suelo donde asentar la esperanza.
El Evangelio recoge la petición de los apóstoles: «Auméntanos la fe». Jesús responde con la imagen del granito de mostaza, recordando que la fe no se mide en tamaño, sino en hondura. No es fuerza ni mérito, sino confianza que transforma lo imposible en camino.
Hoy podríamos intentar hacer crecer en nosotros esa fe que no busca certezas, sino profundidad. Se trata de alimentar la confianza con gestos discretos y palabras distintas a lo habitual. Aprendamos a mirar la vida con ojos abiertos, sabiendo que lo pequeño puede contener toda la fuerza de la plenitud.
