1 de marzo, Sábado de la VII semana del tiempo ordinario
Vivimos en una sociedad que a menudo valora la autosuficiencia y la independencia por encima de todo. Desde pequeños nos enseñan a ser fuertes, a no depender de nadie, a desconfiar de la fragilidad.
El Evangelio de hoy nos recuerda que el Reino de Dios pertenece a quienes se acercan con la sencillez y la confianza de un niño. No se trata de ingenuidad, sino de abrirse a la gracia sin cálculos ni reservas. Dios nos invita a dejarnos amar, a permitir que nos tome en sus brazos y nos bendiga con su presencia.
Una invitación para hoy es que nuestro corazón se vuelva sencillo, libre de miedos y orgullos. Dejémonos tocar por la vida que representa el ser niños, sin obstáculos ni resistencias. Aprendamos de los pequeños a recibir el Reino con humildad y gozo, confiando en que en sus manos siempre estaremos a salvo.
