12 de diciembre, viernes II de Adviento
Vivimos atrapados en la urgencia perpetua, saltando de una tarea a otra sin apenas respirar. Las notificaciones nos reclaman, las agendas nos asfixian y la sensación de llegar tarde se ha convertido en nuestra compañera constante. Corremos tanto que olvidamos preguntarnos hacia dónde vamos realmente.
Marta recibe a Jesús en su casa y se desvive por atenderlo perfectamente, mientras María se sienta simplemente a escuchar. Cuando Marta protesta por la desigualdad de roles, recibe una respuesta inesperada que cuestiona sus prioridades. La inquietud y la preocupación por muchas cosas pueden hacernos perder de vista lo verdaderamente esencial.
Detengámonos un instante en medio del torbellino para discernir qué merece realmente nuestra atención y energía. Reconozcamos que no todas las urgencias son importantes ni todas las ocupaciones nos llenan de sentido. Elijamos conscientemente la parte mejor, aquello que nos conecta con lo más profundo de nosotros mismos y de quienes nos rodean. Feliz viernes.
