5 de septiembre , viernes de la XXII semana del tiempo ordinario
En medio de la rutina diaria, el cansancio muchas veces nos encierra en automatismos: reuniones que se suceden, tareas repetidas, compromisos que parecen calcados del día anterior. En ese paisaje monótono, surge el anhelo de algo que rompa el guion y devuelva aire fresco a nuestra vida.
El Evangelio de hoy nos presenta la novedad como un vino nuevo que no puede guardarse en odres viejos. Jesús habla de tiempos distintos, de un modo renovado de entender las relaciones y la alegría, que no se acomoda a lo rígido ni a lo gastado.
Tratemos de abrirnos a lo inesperado con confianza, sin miedo a que lo nuevo desborde lo conocido. Dejemos que la vida nos sorprenda con nuevos matices y caminemos ligeros, con la esperanza de que lo mejor siempre puede estar naciendo. Feliz viernes.
