3 de diciembre, miércoles I de Adviento. San Francisco Javier
En estas semanas de fin de año, el ruido de la prisa convive con tanta fragilidad visible, en la calle y en las pantallas. Entre guerras, incertidumbre económica y soledades silenciosas, crece el deseo de alguien que nos mire sin apartar la vista. En el día de San Francisco Javier, viajero incansable, se nos recuerda que la compasión también sabe ponerse en camino.
En Galilea, la gente acerca sus heridas y Jesús no sólo cura cuerpos, también devuelve voz, paso y horizonte. Al ver el cansancio de tres días y el hambre del camino, no los despide, pregunta por lo que hay y confía en lo pequeño. Siete panes y unos peces, compartidos y repartidos, alcanzan para todos y todavía sobran canastos como memoria de abundancia.
Nos toca ensanchar la mesa en lo cotidiano y hacer sitio a quien llega con cansancio, sin etiquetas ni prisa. Nos comprometemos a poner lo que tenemos, tiempo, escucha y pan, para que nadie se quede sin fuerza para seguir.Feliz miércoles.
