23 de noviembre, Miércoles XXXIV del Tiempo Ordinario. Beato Miguel Agustín Pro y Emilio Moscoso
En la vida se nos presentan ininidad de causas en las que involucrarse. El asunto es que hay que discernirlas y ver cuáles son las que merecen la pena. La causa de Jesús fue la causa del Reino de Dios; el asunto es saber cuál es nuestra causa.
Jesús previene a los discípulos de las cosas que pasarán por fidelidad a la Buena Noticia. El evangelista incorpora ya rasgos de las descripciones de las persecuciones que los cristianos sufrirán a lo largo de la historia por causa de su fe en el Dios de Jesús.
Hoy podríamos poner nombre a nuestras causas cotidianas. Esas peleas en las que estamos metidos y a veces no sabemos muy bien por qué. Puede ser un momento para ponerles nombres y discernir si coinciden con la causa de Jesús o no tanto. Feliz miércoles.
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