17 de septiembre, Domingo XXIV, tiempo ordinario
En la vida, con frecuencia, solemos tropezar con la misma piedara. Una y otra vez nosotros y los demás repetimos fragilidades y faltas. Es por ello que el ejercicio de levantarse tras tropezar y el ejercicio de perdonar son fundamentales.
La misión de reconciliación de Jesús se expresa en los relatos como los de hoy. En ellos vemos que el perdón no tiene límites por parte de Dios. El Evangelio es para salir de los pozos en los que nos metemos.
La contabilidad en las relaciones es fatal. Llevar cuentas del mal o del bien y hacer balance, suele ser complicado sobre todo si lo hacemos desde el amor. El amor va más allá de la cuentas y como dice Pablo, el amor perdona siempre. Feliz domingo.