7 de diciembre, domingo II de Adviento.
Vivimos en una época donde las voces se multiplican en redes y pantallas, donde los mensajes se acumulan sin pausa y el ruido constante nos impide escuchar lo verdaderamente importante. En medio de esta saturación comunicativa, necesitamos aprender a distinguir qué voces merecen nuestra atención y cuáles nos alejan de lo importante.
Juan aparece en el desierto con un mensaje directo y exigente que sacude las comodidades de su tiempo. Su llamada a la conversión no admite medias tintas ni refugios en privilegios heredados, porque lo que se aproxima requiere una transformación auténtica que se demuestre en acciones concretas.
A veces necesitamos salir al desierto, a ese espacio interior donde cesa el ruido y podemos hacer una revisión honesta de nuestras vidas. Es una ocasión para cuestionar nuestras certezas acomodadas y preguntarnos qué frutos estamos dando en nuestro paso por el mundo. . Feliz domingo.
