Lecturas: sábado 28 de marzo (4ª semana de Cuaresma)
Todos sabemos que son tiempos difíciles, y especialmente para aquellas personas que son vulnerables a la enfermedad y que por ella mueran. Son tiempos que requieren decisiones y actuaciones que ayuden a paliar y a mejorar la situación concreta de las personas y por tanto son tiempos de liderazgos compartidos y eficaces.
Leer el evangelio de hoy nos habla de un grupo de líderes en Jerusalén que son los que maquinan para condenar a muerte a Jesús, y que se confirmará la intención más adelante al decir que es bueno que muera uno en vez de muchos. Me pregunto por los liderazgos de nuestras sociedades que guían las políticas contra la pandemia, que administran recursos ingentes y a la vez escasos, que navegan entre presiones de distinto tipo; y ciertamente se enfrentan a situaciones muy difíciles.
Me gustaría creer que a lo largo del tiempo vamos aprendiendo de la historia. Me gustaría creer que nuestros líderes, después de cada sanedrín, es decir después de cada discusión y deliberación sean capaces de pensar no sólo en Su casa, sino en Nuestra casa. Me gustaría creer que nuestros líderes regresa cada uno a nuestra casa, donde cabemos todos, donde los descartados, los olvidados, los vulnerables, los silenciados ocupan un lugar, sino en el sofá del salón, sí en el corazón, para que no vuelva a ocurrir que se crucifique al Justo.