Lecturas 1 de agosto. Sábado XVI semana tiempor ordinario.
En la vida pasan muchas cosas y no todas ellas son buenas. Hoy la liturgia nos presenta la frívola ejecución de Juan el bautista. Juan es decapitado tras una danza que resultará ser la danza de la muerte. Entre tanto los discípulos están apartados necesariamente del maestro, y cuando acaba el espectáculo sólo les queda ir a donde Jesús.
Hay muchas frivolidades que acaban en muerte, por ejemplo los contagios de coronavirus en contextos de un determinado ocio. Hay muchas situaciones injustas donde a las víctimas sólo les queda el único recurso de ser testigos ante el olvido de la misma. Y hay situaciones en las que los que creemos solo nos cabe ir a donde Jesús.
Contárselo a Jesús es como la oración, que a veces parece inútil por su aparente ineficacia en la realidad histórica; parece que Juan no volvió a la vida, ni Herodes fue castigado por ello, y como mucho el recuerdo por el cual hoy mismo hablamos de ello. Pero hacer oración (contárselo a Jesús) va más allá de lo aparente, va a lo más profundo de nosotros, va a la fe y a la esperanza que nos transforma para el bien.