Lecturas 12 de septiembre. Sábado XXIII tiempo ordinario
Más de una vez escuchamos cosas sobre la mediocridad, que si el sistema educativo, que si los políticos, que si unos u otros. Me da la impresión que a veces también nosotros vivimos sin pasión porque nuestro corazón está como anestesiado.
Jesús nos invita a mirar nuestro corazón, a descubrir por qué, por quiénes late nuestro corazón y ponerlo en relación a los frutos de nuestra vida. Nos abre la puerta a examinar a descubrir nuestras pasiones, aquellas por las que nuestro corazón rebosa.
Ya el Apocalipsis señala a los que no son fríos ni calientes y me temo que algunos de nosotros somos señalados en ese texto. Nos falta la libertad, nos falta a veces el convencimiento o el valor de vivir apasionados por el amor que Dios tiene a la humanidad y por el sueño que comparte con Jesús para nosotros. Y eso también se lo podemos pedir a Él.