Lecturas 5 de noviembre. Jueves XXXI Tiempo ordinario.
Demasiadas veces nos vivimos ciegos ante los logros en la vida. Esta cultura de la competitividad nos impulsa siempre a mirar lo que no alcanzo, mientras se me olvida lo ya alcanzado, y así me encuentro en una sensación de vacío permanente, porque no veo mi bagaje.
Jesús nos pone el ejemplo de aquellos que buscan lo perdido y lo hallan y lo celebran. En la tensión religiosa de la imperfecta perfección, se ponía el acento en la imperfección de los pecadores que había que apartar porque nos impiden ser perfectos, Jesús nos muestra el tesoro que son en el Evangelio.
Hoy os propondría un challenge (como se dice hoy en moderno), decir a alguien cercano que os felicite. Que todos nos merecemos una caricia y un recordatorio de que la vida también es buena y que tenemos gente al lado que nos quiere. Otra versión, para los que nos cuesta pedir sería que nosotros felicitáramos a alguien por algo. Eso, a felicitar, es decir a decir que queremos una vida feliz para todos.