Lecturas 14 de diciembre. Lunes III Semana de Adviento
Hay muchas cosas en la vida que no sabemos de nosotros mismos, de los demás, de la naturaleza y de Dios. Madurar en la vida es aprehender sabiduría, como capacidad de gestionar la propia ignorancia.
Los coetáneos de Jesús, tanto propios como extraños, no supieron quién era, no supieron reconocerlo como la Iglesia le ha reconocido como Hijo de Dios. Nosotros seguimos con el mismo problema; muchas veces no sabemos reconocerlo.
Hay quien describe nuestra sociedad como sociedad del conocimiento; y eso es cierto en si atendemos a indicadores de la información generada y gestionada. El problema es que la información no se convierta en sabiduría de vida y nos encontramos con la paradoja de que a más información con menos sabiduría se conduce por la vida. Hay que saber (saborear) vivir, pero cuando podemos, resulta que no sabemos.