Lecturas 21 de abril. Miércoles III semana de Pascua
En esta sociedad donde el importante soy yo, resulta difícil de entender la vida propia como envío, como misión. El paradigma en el que vivimos nos pone como horizonte la autorrealización, la consumación y la gloria del yo; donde los otros se convierten en medios para tal fin.
Jesús explicita su vida en misión vinculada al envío del Padre. Su predicación, sus signos y su vida se entienden y se explican desde la voluntad del Padre, que tanto amó al mundo. Jesús, así se convierte en la expresión de ese amor del Padre por nosotros y que a su vez es muestra del amor entre el Hijo y el Padre.
En el ámbito laboral entendemos que se nos envíe a tal misión, ya sea en un lugar o en otro. Pero en el ámbito personal lo vivimos como una especie de contrato con una contrapartida. Vivirse en misión y enviados por amor implica una gratuidad fruto de la generosidad en el amor. Sería bueno dejarnos amar para vivir en mayor gratuidad y así ser enviados a proclamar el Reino con nuestra vida. Feliz miércoles.