31 de agosto. Miércoles de la XXII semana del tiempo ordinario
En general los grandes destinos vacacionales son de todo menos desierto humano. Son lugares en los que nos congregamos muchísima gente y es un espacio preparado para estar con gente. Sólo que también necesitamos espacios propios, espacios de desierto en la actividad para tener un tiempo interior de calidad.
Jesús en pleno ajetreo apostólico y curativo, se aparta de la gente para ir al desierto. Parte de esa capacidad de acción depende de su capacidad de contemplación, que luego en la tradición más receinte se ha formulado como contemplativos en la acción.
Ahhora que se están activando las máquinas de trabajos y estudios, puede ser una ocasión para buscarnos nuestros espacios de desierto. Que sea una ocasión para que el ajetreo no nos atropelle en lo que va aser nuestra rutina de cada día.