5 de agosto, Sábado XVII semana tiempo ordinario.
A lo largo de la vida nos ha tocado alguna vez recoger cadáveres, ya sea literalmente o metafóricamente. Se trata de asistir y dar dignidad a las indignidades que han sufrido las víctimas de la historia. A la vez se vive una sensación de enorme impotencia ante la injusticia realizada.
Los discípulos de Juan sólo pueden recoger el cadáver y enterrarlo ante el poder del poderoso Herodes. Son como hormiguitans ante un elefante, pero que en algún modo darán paso al tiempo de Jesús. La misión de Juan termina y entonces comienza la vida pública de Jesús.
Se me ocurre homenajear a tantas personas que con una resignación llena de dignidad siguen recogiendo y enterrando cadáveres. Me acuerdo de los feminicidios impunes en México, los ahogados en el Mediterráneo, los asesisanados en la guerra de Sudán; y como ellos en tantos lugares del mundo. Gracias por mantener la llama de la dignidad. Feliz sábado.