2 de julio. Martes de la XIII semana del tiempo ordinario
Cada día es una prueba para la fe. En nuestra vida las circunstancais y el día a día van limando el vigor y la fuerza de la fe que podamos vivir. Se trata de todo un ambiente cultural que hay que confrontar y discernir, y es la gran prueba de la fe que se hace más minoritaria.
Jesús y sus discípulos navegan por el mar cuando una repentina tempestad azota la barca. Las olas embravecidas amenazan con hundirla, mientras el pánico se apodera de los discípulos. En medio del caos, Jesús duerme plácidamente.
Revisar nuestros niveles de fe significa dejarse contrastar por los otros. Salir de nuestro propio querer e interés un tanto acomodado y dejar que en las tormentas de la vida podamos fiarnos de la propuesta de Jesús. Feliz martes.