16 de marzo, Domingo II de Cuaresma
Vivimos en un mundo acelerado, donde lo urgente nos absorbe y nos cuesta encontrar espacios de silencio. Las notificaciones, los plazos y la rutina nos mantienen en la superficie de la vida. Sin embargo, hay momentos en los que necesitamos detenernos y contemplar lo esencial.
En el monte, Jesús se transfigura y sus discípulos son testigos de su gloria. En medio de su desconcierto, una voz les recuerda lo fundamental: “Este es mi Hijo, el Elegido, escuchadlo”. La verdadera transformación en la escucha profunda que nos cambia por dentro.
Nosotros también estamos llamados a subir al monte, a hacer silencio y a escuchar. Que no nos distraiga la tentación de quedarnos en lo espectacular , sino que aprendamos a descubrir la presencia de Dios en lo cotidiano. Feliz domingo.
