21 de julio, lunes XVI del tiempo ordinario.
Vivimos en una cultura del espectáculo, donde todo debe ser inmediato, visible y asombroso. Pedimos pruebas, demostraciones, garantías. Incluso la verdad parece necesitar luces de neón para ser creída. En medio del gran ruido, todo lo que no impacta se desvanece.
Pero hay signos que no brillan ni hacen ruido, como son la entrega silenciosa, la vida ofrecida, el amor que espera. Jesús no responde con fuegos artificiales, sino con la señal más profunda, que fue su propia vida entregada y resucitada. La sabiduría no se impone, se ofrece.
Es tiempo de salir del gran ruido. Quizá sea hora de dejar de exigir pruebas y empezar a mirar con otros ojos. Un día más tenemos la llamada de ir a lo esencial; abramos el corazón y prestemos atención a los signos humildes que transforman el mundo. Feliz lunes.
