8 de septiembre, lunes de la XXIII semana del tiempo ordinario. Natividad de la bienaventurada Virgen María
Los pasillos vuelven a llenarse de mochilas nuevas, cuadernos aún en blanco y nervios de primer día. En cada pupitre se abre una oportunidad de comenzar de nuevo, de escribir historias que apenas se intuyen. Así, septiembre se convierte en tiempo de nacimientos y promesas.
El Evangelio nos recuerda otro comienzo; una larga genealogía desemboca en el nacimiento humilde de María. En lo discreto de una niña se abre un horizonte inmenso, porque en su sí se prepara el camino para la llegada de Emmanuel. Lo pequeño se vuelve decisivo para la historia.
Acojamos este inicio de curso con mirada agradecida y abierta. Aprendamos a valorar lo sencillo que puede transformarlo todo. Hagamos de cada comienzo una puerta hacia horizontes compartidos de esperanza. Feliz lunes.
