19 de septiembre, viernes de la XXIV semana del tiempo ordinario.
En un tiempo en que seguimos reclamando mayor visibilidad y reconocimiento para tantas mujeres que sostienen silenciosamente la vida social y comunitaria, este texto nos recuerda que ya en los orígenes hubo nombres propios. María, Juana y Susana son rostros concretos que la historia no ha borrado. Ellas también formaban parte del camino y del anuncio.
El Evangelio nos muestra que la Buena Noticia no fue tarea de unos pocos elegidos, sino de un grupo diverso que compartía lo que era y lo que tenía. Los dones personales, la experiencia de haber sido sanados y la generosidad de los bienes se convierten en parte de la misión. La comunidad crece cuando nadie queda al margen.
Miremos a nuestro alrededor y reconozcamos a quienes caminan junto a nosotros. Acerquémonos con gratitud a los que sostienen, muchas veces en la discreción, nuestras búsquedas y proyectos. Hagamos del cuidado compartido un signo de nuestra manera de estar en el mundo. Feliz viernes.
