9 de octubre, jueves de la XXVII semana del tiempo ordinario
Vivimos rodeados de mensajes que nos dicen que todo depende de nuestro esfuerzo, que hay que merecerlo todo. En esa lógica, incluso el amor se convierte en premio y la confianza en cálculo. Pero el corazón humano necesita de la medida de la gratuidad.
El Evangelio nos muestra a un Dios que no se cansa de escuchar, que no da piedras ni serpientes, sino pan y Espíritu. No responde desde la justicia del mérito, sino desde la ternura de un Padre que conoce nuestras necesidades antes de que las nombremos.
Hoy también podríamos apostar por ese modo de amar que no se agota ni se negocia. Aprendamos a ofrecer sin condiciones, a confiar sin miedo y a pedir con la sencillez de quien sabe que es escuchado. En esa confianza encontraremos nuestra mayor fuerza. Feliz jueves.
