11 de noviembre, martes de la semana 32 del Tiempo Ordinario. San Martín de Tours, obispo
En estos días en que tanto se celebra el éxito y la productividad, cuesta encontrar valor en lo sencillo y en lo que no busca reconocimiento. Vivimos rodeados de métricas, aplausos y “me gusta”, y a veces olvidamos que la mayor parte del bien que sostiene el mundo pasa desapercibido. Hay silencios y gestos pequeños que construyen más que mil discursos.
El Evangelio nos recuerda que no todo tiene que ser extraordinario para tener sentido. Ser “siervos inútiles” no es despreciarse, sino reconocer que lo esencial es servir sin esperar recompensa. La plenitud está en hacer lo que nos corresponde con amor, sin medirlo todo en beneficios o resultados.
Podemos aprender a disfrutar de la tarea bien hecha, aunque nadie la vea, y a vivir con humildad lo cotidiano. Que nuestra satisfacción nazca de saber que hemos contribuido al bien común con lo que somos y tenemos. Celebremos la serenidad de cumplir nuestro deber con alegría. Feliz martes.
