6 de diciembre, sábado I de Adviento.
Vivimos tiempos donde muchas personas se sienten desorientadas, agotadas por las exigencias diarias y la sensación de ir a la deriva. Las crisis personales y colectivas nos hacen sentir vulnerables, necesitados de quien nos acompañe en la vida. Esta fragilidad compartida nos conecta más de lo que imaginamos.
Jesús recorre pueblos y caminos movido por la compasión ante el sufrimiento humano. Contempla a multitudes agotadas y sin rumbo, reconoce la urgente necesidad de quienes se comprometan con el cuidado de los demás y convoca a un grupo para enviarlos con una misión concreta de sanación y servicio gratuito.
Estamos llamados a ser presencia sanadora en nuestro entorno, tendiendo puentes hacia quienes se sienten perdidos o abandonados. Lo recibido gratuitamente puede transformarse en regalo para otros cuando compartimos tiempo, escucha y solidaridad. Feliz sábado.
