8 de diciembre, lunes II de Adviento. Inmaculada Concepción de la bienaventurada Virgen María
Vivimos tiempos que nos recuerdan constantemente nuestra fragilidad, donde la incertidumbre parece ser la única certeza y la vulnerabilidad ya no se puede ocultar. Muchas personas sienten que sus vidas penden de hilos demasiado frágiles, expuestas a fuerzas que no controlan.
El relato presenta un proyecto divino que no se impone con poder sino que se confía a la vulnerabilidad de una joven sin recursos ni influencia. Lo infinito elige hacerse finito en el vientre de una mujer que puede decir que no, que pregunta legítimamente cómo será posible algo tan desconcertante.
Podemos aprender a confiar en nuestra propia vulnerabilidad como el lugar donde la vida se renueva y lo nuevo puede nacer. La fuerza verdadera no consiste en blindarse contra la fragilidad, sino en atreverse a ser terreno fértil donde lo imposible encuentra espacio. Feliz lunes de la Inmaculada Concepción.
