Lecturas 28 de julio. Martes XVII tiempo ordinario.
Hay una expresión que dice que somos duro de entenderas. Nos cuesta entender las cosas, al menos algunas. Eso es lo que también les pasaba a quienes seguían a Jesús. Jesús tenía que explicar lo que quería decir a sus discípulos por un lago y a la gente por otro.
Entender la vida en su profundidad es como tratar de entender a Dios. En nuestra sociedad cada vez tenemos más explicaciones científicas de los fenómenos naturales en los que vivimos, pero en el fondo no nos aclaran la vida. No nos aclaran qué tenemos que hacer con nuestra vida, no nos aclaran a quién amamos y por qué, no nos aclaran muchas de las cosas que hacemos y que constituyen el núcleo de nuestro vida.
La petición de los seguidores es obvia: acláranos la parábola. Necesitamos de personas que nos ayuden a profundizar en nuestra vida. Necesitamos de guías experimentados en los senderos de la vida para tratar de intuir de qué va la vida y para ello lo primero es hacer lo que hacen los discípulos, pedir aclaraciones. Es decir lo primero es reconocer lo que no entendemos.