8 de abril . Lunes II de Pascua. Anunciación del Señor
Lo que en la vida merece la pena es aquello que nos da alegría, y es la experiencia de la alegría la que nos transforma. El amor, la pasión, el compartir son realidades en las que encontramos alegría y con ellos nos hemos ido transformando a lo largo de la vida.
El ángel le dice a María «alégrate» y con ese saludo se abre la puerta al corazón que acompañará la vida de Jesús. El saludo del ángel transformará determinantemente la vida de María, pero en ese saludo está la experiencia de Dios.
La alegría es un criterio de discernimiento que nos ayuda a ver que lo interesante de la vida por ahí. A veces escondemos la alegría porque creemos que hay que hacer otra cosa, pero el camino sin alegría se hace impracticable y desértico, por lo que necesitamos una y otra vez ir al oasis de la alegría en la vida. Feliz lunes.