28 de abril. Domingo V de Pascua.
En una soceidad en la que medimos todo no solemos caer en la cuenta de los frutos que damos en la vida. Frente a la productividad que se mide en las empresas nos surge la pregunta de cómo tendrían que ser nuestros frutos en sentido evangélico.
Jesús nos presenta una imagen donde el crecimiento y la productividad dependen directamente del cuidado del labrador (Dios) y de la salud de la vid principal (Jesús). Los «frutos» que se esperan de los sarmientos (los discípulos y, por extensión, todos los creyentes) son las obras de amor, misericordia, justicia y fidelidad que son los frutos del Evangelio.
Dar fruto es una invitación a dejarnos cuidar por Dios. Nos anima a buscar una vida que no solo sea espiritualmente vibrante, sino que sea realmente buena para los demás, llevando adelante los valores del Reino mediante acciones concretas y significativas.
Gracias por per las cosas en nuestra vida, en su orden y todo animado en el Camino, por El Espíritu ! Me fusta para tener en cuenta cuando me estanco en mi intento de Oración, charleta diaria y en la vida!