18 de febrero , Domingo I de Cuaresma
El desierto es un bonito paisaje para ver en fotos pero una durísima realidad en la que vivir. Así todos pasamos etapas de desierto en la vida que se convierten en largas travesías con sed, sequedad, soledad, frío, calor,… que nos prueban para la vida en todos los ámbitos.
La imagen de Jesús en el desierto es una invitación a entender la vida oculta de Jesús. Ese tiempo en que Jesús era un desconocido más y que como todos era tentado y acompañado por ángeles, por demonios y el resto de tentaciones de la vida cotidiana. Es tras esa vida oculta donde aparece la vida pública en la que anuncia el Evangelio.
Nuestros desiertos son ocasión de encuentro con nosotros mismos en nuestra verdad. Es una ocasión para buscar lo mejor de nosotros para darlo y compartirlo en este mundo. El desierto es ocasión de encuentro sincero con nuestras fragilidades pero también con nuestros horizontes. Feliz domingo.