10 de agosto, domingo, XIX del tiempo ordinario
Vivimos en una época de cambios rápidos y complejos, donde la sobreinformación, la polarización y la incertidumbre marcan el pulso de nuestros días. En medio de este ruido constante, no siempre resulta fácil distinguir qué voces escuchar y qué caminos seguir.
El Evangelio nos recuerda que la vigilancia no es estar tensos, sino atentos a lo que acontece, con la lámpara encendida y el corazón afinado. El discernimiento ignaciano nos ayuda a reconocer las mociones que nos mueven, a distinguir lo que nos conduce hacia mayor plenitud de aquello que nos dispersa. Se trata de elegir desde la libertad interior, respondiendo fielmente a lo que se nos ha confiado.
Hoy podríamos tener el oído abierto y el corazón disponible, leyendo la realidad con lucidez y esperanza. Cultivemos una mirada que sepa descubrir oportunidades incluso en la incertidumbre. Feliz domingo.
