Lecturas 25 de septiembre. Viernes XXV tiempo ordinario
Esto de orar o rezar en general lo solemos llevar regular. Nos cuesta parar, nos cuesta respirar, nos cuesta profundizar en lo hondura de nuestra vida. Y lo bueno es que siempre tenemos excusas apropiadas, normalmente relacionadas con una agenda agitada, aunque en realidad seamos nosotros los que estamos agitados.
Todo lo importante que hace Jesús aparece precedido por la oración. Es la oración donde Jesús encuentra la fuerza, el estímulo, la luz y sobre todo la vinculación al Padre de la creación. Es a partir de la oración cuando surgen los caminos hacia Jersalén, hacia la Pasión, hacia las curaciones, hacia el anuncio que el Reino de Dios está cerca.
En la globalización de la superficialidad es cuando más se necesita la profundidad. En la acumulación de ruido y agitación, es cuando más necesitamos de silencio, en la vida de la dispersión es cuando más necesitamos de unificación. Pues eso, a rezar que además es gratis.