12 de agosto, martes, XIX del tiempo ordinario
En nuestros días puede parecer que vivimos en una sociedad que ha perdido el rumbo. La prisa, la polarización y la indiferencia parecen alejarnos de lo esencial, y muchas veces las voces más frágiles se diluyen en medio del alboroto meidático. Como si, en el gran rebaño de la humanidad, nos encontráramos todos un poco extraviados.
El Evangelio recuerda que la mirada de Jesús se dirige a los pequeños, a los que se han apartado o han sido dejados de lado. La oveja perdida, hoy, puede ser la sociedad misma, desorientada y necesitada de un liderazgo que la busque y la cuide.
Se nos invita a no resignarnos ante el extravío colectivo. Podemos ser quienes, con paciencia y ternura, acompañemos la búsqueda de lo que se ha perdido, ofreciendo cercanía y escucha. Si nos dejamos transformar, quizá podamos ayudar a que este tiempo encuentre la senda que lleva a lo más humano. Feliz martes.
