Hoy la Iglesia recuerda la entrada de Jesús en Jersusalén, una entrada profética y en principio de buen augurio. Pero a la vez también se proclama el relato de la pasión de Jesús. Un relato que cada vez se hace más dramático y que nos muestra a un Jesús sólo y en manos de sus ejecutores.
Jesús grita el Dios mío Dios mío, por qué me has abandonado. Grito que se une al grito de una enorme parte de la humanidad. Cuando Jesús está sólo de los suyos, cuando su suerte está echada sin ningún tipo de humanidad es cuando más necesita a Dios.
Hoy, como mundo seguimos necesitando de Dios. Seguimos necesitando porque hay mucho mundo crucificado y crucificador. Y hoy puede ser el día para gritar con Jesús y pedir que Dios se haga presente en nuestras vidas, en nuestras comunidades y en nuestor mundo. Feliz domingo de Ramos.