9 de agosto, sábado, XVIII del tiempo ordinario. Santa Teresa Benedicta de la Cruz, virgen y mártir, patrona de Europa.
En Gaza, los muertos se cuentan por miles y los vivos por heridas que no se ven. No es la primera vez que la humanidad cruza el límite de lo inhumano: en Auschwitz, entre humo y alambradas, se apagaron millones de vidas. Allí murió Edith Stein —Santa Teresa Benedicta de la Cruz—, mujer que no dejó que el odio dictara el sentido de su existencia.
La parábola de las diez vírgenes es un espejo incómodo: unas se prepararon para la espera, otras no. Santa Teresa Benedicta vivió con la lámpara encendida, con el aceite de la verdad, el estudio y el compromiso. Su luz desafió la oscuridad, recordándonos que hay esperas que salvan y silencios que matan.
No podemos vivir adormecidos mientras el dolor se multiplica. Mantengamos nuestras lámparas llenas: informándonos, cuidando, actuando. El momento siempre llega, y si nos encuentra con las manos vacías, no habrá excusa que abra la puerta. La historia nos ha avisado demasiadas veces. Feliz sábado.
