Lecturas 3 de marzo . Miércoles II de Cuaresma
El mundo de nuestros deseos es amplio, abarca muchos ámbitos, es escurridizo y no terminamos de saber por qué deseamos lo que deseamos. Es decir no sabemos lo que pedimos. Esto se agudiza en un tiempo en que lo que deseamos está a golpe de click y la realidad de la vida se convierte cada vez más en lo virtual de nuestros deseos.
La madre de los Zebedeo pedía lo que siempre había creído que era lo mejor para sus hijos. Es lo que siempre le habían dicho en su sociedad, en su educación, en su esquema; y ella veía lo de Jesús como una oportunidad más.
Cuaresma como desierto es el tiempo de encontrarnos con nuestros deseos, esos que son a veces volcánicos y otras veces fríos como la piedra. Es un tiempo de purificarlos y de alinearlos con los deseos que Dios tiene para nosotros. ¿Sabes lo que deseas para hoy?