11 de marzo, Martes I semana de Cuaresma
En un mundo saturado de información y palabras, a menudo confundimos la cantidad con la profundidad. Nos llenamos de discursos, mensajes y publicaciones, creyendo que ser escuchados depende de hablar más. Sin embargo, en medio de tanto ruido es probable anhelemos una voz que diga lo esencial con verdad y sencillez.
Jesús nos enseña que la oración no es un discurso elaborado, sino un encuentro sincero con el Padre. El Padre Nuestro resume nuestra relación con Dios y con los demás. Nos lleva a la confianza, gratitud, perdón y entrega.
Tomemos conciencia de cómo oramos y de lo que decimos cuando nos dirigimos a Dios. Que nuestra oración no sea un monólogo vacío, sino algo que lleve al encuentro mediante un diálogo vivo y transformador. Feliz martes.
