11 de septiembre. Domingo de la XXIV semana del tiempo ordinario
En este septiembre apocalíptico decir «alegraos conmigo» puede resultar contracultural y revolucionario. Mientras se nos mete el miedo en los huesos, responder con una alegría distinta al ambiente sólo puede estar en manos de personas entusiasmadas, literalmente llenas de Dios.
El Evangelio nos apunta a eso, encontrar lo que no se hallaba se convierte en fuente de alegría compartida. Y el mismo Evangelio significa Buena Noticia, a pesar de que sea todo un drama que lleva al protagonista a la cruz. En el Evangelio hay una auténtica sabiduría de la alegría.
Hoy se trata de comapartir alegría, grandes o pequeñas, pero que apunten a ese corazón que sabe que la fuente de la vida apunta a algo distinto a las noticias. Se trata de ahondar en aquello que nos da vida y compartirlo. Feliz domingo.









