8 de agosto, viernes, XVIII del tiempo ordinario
En nuestro tiempo abundan los manuales para “ganar” en la vida: progresar profesionalmente, asegurar estabilidad económica, multiplicar experiencias. Sin embargo, la prisa por acumular puede dejarnos sin energía para disfrutar y sin espacio para lo que realmente importa. Paradójicamente, en la búsqueda obsesiva de ganar, a veces es cuando más se pierde.
El Evangelio plantea una paradoja radical: quien intenta salvar su vida a toda costa, la pierde; quien la entrega, la encuentra. No se trata de un juego de palabras, sino de un cambio de perspectiva. Ganar no es retener, sino dar; perder no es fracaso, sino camino hacia lo que tiene valor duradero.
Hoy podríamos atrevernos a cuestionar nuestras propias métricas de éxito y fracaso. No midamos solo por lo que sumamos, sino también por lo que estamos dispuestos a soltar. Así descubriremos que, en ocasiones, la mayor victoria nace de la aparente pérdida. Feliz viernes.
